martes, 5 de julio de 2016

'América Latina necesita menos poetas y más técnicos y científicos', Andrés Oppenheimer / ¿Por qué sobra la Filosofía?, Fernando Savater y otros. DEBATE

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'América Latina necesita menos poetas y más técnicos y científicos'

El periodista Andrés Oppenheimer habló con EL TIEMPO sobre los problemas que tiene nuestra región.
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Por:  LUIS ALEJANDRO AMAYA E.

EL TIEMPO , 3 de julio de 2016. (En el impreso: página entera!)

NTC … extracto

En el libro usted hace un apunte que puede resultar polémico al decir que en Latinoamérica se forman más músicos, filósofos y poetas que investigadores...
Sí. Estamos formando demasiados taxistas con una extraordinaria cultura general que nos pueden hablar de cualquier cosa, pero de nada en profundidad o en especial. Tenemos que crear más matemáticos. No está mal, no tengo nada en contra de los poetas, me gusta la poesía, pero estamos creando demasiados sociólogos, poetas y periodistas, y pocos científicos y técnicos.
Países como Estados Unidos podrían estar más equilibrados en ese sentido…
Tampoco, ¿eh? Si vas, por ejemplo, a las universidades estadounidenses, en sus áreas de investigación los científicos, incluso los ingenieros, en su gran mayoría son indios y chinos. También hay un problema con esto en Estados Unidos.
¿Este problema en la región tiene que ver con una especie de ‘Latin American way of life’?
Tiene que ver con una idealización de las humanidades, que no está mal. No estoy diciendo que tengamos que dejar de enseñar humanidades, pero tenemos que idealizar también la ciencia y la técnica, porque esas son los que producen la innovación y las que sacan a los países de la pobreza y la mediocridad. Nuestro déficit actual no es en filósofos, es en ingenieros mecatrónicos y en científicos especializados en nanotecnología, por ejemplo. Pero antes de llegar a eso tenemos que poner la educación y la innovación en el centro de nuestra agenda política, y no lo estamos haciendo.
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---------- Mensajes RECIBIDOS ----------

De: Rodrigo Escobar-Holguín
Fecha: 4 de julio de 2016, 17:47
Asunto: Re: ¿"América Latina necesita menos poetas ... "? ¿ Hay "una idealización de las humanidades" ... ?
Para: NTC  ntcgra@gmail.com

La opinión de Oppenheimer revela una concepción limitada de la diversidad de potenciales de un continente como el nuestro. Nuestra civilización latinoamericana necesita tanto de quienes puedan investigar y transformar la materia física, como de quienes puedan preservar y mejorar el acervo intangible de nuestra cultura. No somos un conjunto pequeño de seres humanos; hay quienes tienen vocación para la ciencia y la tecnología, y hay quienes la tienen para las disciplinas del espíritu. Necesitamos ambas vocaciones para poder desarrollar un continente capaz de darse, en todo sentido, su propio rumbo. En el pasado, ningún país se vio obligado a renunciar a sus filósofos, sus políticos, sus poetas y artistas, para poder progresar.
Históricamente, recuerdo un caso en que se pretendió que un pueblo renunciara a su cultura. Ocurrió cuando Polonia fue ocupada por los nazis. Éstos creían que los polacos debían estar al servicio de los "arios" (es decir de ellos) y por tanto no necesitaban sino una educación meramente instrumental y básica. Los profesores universitarios eran, en esta óptica, más que innecesarios, peligrosos, y a medida que se los identificaba, eran fusilados. La respuesta polaca fue la Universidad Secreta, que funcionaba en sótanos y otros sitios escondidos, y donde no sólo se estudiaban las artes útiles que el momento demandaba, sino lenguas clásicas, filosofía, lingüística. Karol Wojtyła, mucho antes de ser Papa, fue estudiante de filosofía de la Universidad Secreta.
Oppenheimer, es verdad, no pretende tanto: solamente apocar los aspectos culturales para privilegiar la ciencia y la tecnología, con fundamento en un imaginario economicista de escasez de recursos que en este caso no se justifica. Ya Martha Nussbaum, en su discurso del año pasado en Medellín *, puso a este respecto los puntos sobre las íes. El mundo soñado para nosotros por Oppenheimer está allí retratado como un mundo de desigualdad, en donde una élite de tecnócratas ejerce su dominación sobre una multitud de consumidores inconscientes. Y concluye mostrando que sin educación humanista no es posible la democracia.  
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En defensa de la filosofía
Sin la filosofía no va a ser posible darle rumbo y norte al manejo de los desafíos que enfrentamos.
Por Gabriel Silva Luján
 EL TIEMPO .com,  3 de julio de 2016. Impreso: Jul 4.  http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/en-defensa-de-la-filosofia/16636160
Soy particularmente crítico de las ciencias sociales y las humanidades en el contexto del perfil académico de la educación superior en Colombia. Esos programas, que pululan en las universidades –sobre todo en las públicas–, tienen muy bajos estándares y detrás de ellos se ha creado, en ocasiones, poco más que un refugio para la mediocridad intelectual. Eso no quiere decir que esas disciplinas no sean esenciales para el futuro del país.
En términos prácticos, los análisis de capital humano sobre la ‘empleabilidad’ de los científicos sociales y la ‘rentabilidad’ de la inversión en una educación universitaria de ese tenor sugieren –superficialmente– que es mejor llevarse esa platica a otra parte. La verdad es que los desincentivos sociales, financieros y reputacionales asociados a una vocación por las humanidades son muy poderosos. Ser historiador es bastante menos cool que ser administrador de empresas o programador de apps para celulares.
Desafortunadamente, esa visión supuestamente pragmática de las ciencias sociales y de las humanidades riñe –de frente– con las urgencias del momento. En la historia han existido periodos en los que se han instaurado certidumbres fundamentales que generan consensos hegemónicos suficientemente fuertes sobre la interpretación de la realidad. De allí que en esas coyunturas de convergencia colectiva sean más bien pocos los esfuerzos para entender y aprehender las dinámicas y los contextos de una manera distinta de lo convencional. La ‘normalidad’ se impone en esas coyunturas. Hoy, no. Desde el surgimiento del Isis hasta el brexit, desde los ataques terroristas hasta la paz con las Farc, son hechos todos que nos confirman que no estamos –desde una perspectiva histórica– en un momento ‘normal’. Estamos ante un mundo nuevo, un país diferente, una humanidad distinta.
Se han quedado tan cortos los paradigmas, los valores, los conceptos, las ideologías, las interpretaciones, las lecturas y las formas de ver el mundo, frente a lo que es la realidad, que la única forma de describirlo es que somos víctimas de un desconcierto colectivo y global. Es en esas coyunturas donde le queda fácil a la humanidad o a una nación equivocarse. Es en esas coyunturas históricas de confusión, de ausencia de brújula, en las que surgen los Donald Trump, los Le Pen y los Hitler de este mundo. De allí que la humanidad requiera, de manera inaplazable e inexorable, más y no menos filósofos y pensadores.
Aun así, se siente un afán pernicioso, bastante generalizado, de las entidades académicas por facilitar la extinción o darles un buen morir a aquellas disciplinas que han constituido –y construido– los pilares del pensamiento, en el sentido más profundo del término. Para la muestra, un botón.
Un puñado de filósofos, entre los que se encuentran Fernando Savater y José Luis Pardo, escribieron un reciente artículo en el diario El País de España (‘¿Por qué sobra la Filosofía?’ *) en protesta por los velados intentos de las autoridades académicas de la Universidad Complutense de Madrid para sepultar la Facultad de Filosofía. Alzan su voz precisamente en la misma línea, cuestionando que se elimine el papel académico predominante de una disciplina que pocas veces en la historia había sido tan necesaria e indispensable. Sin la filosofía no va ser posible darle rumbo y norte al manejo de los desafíos que enfrentamos como humanidad, como civilización, como país.
Dictum. Es mucho lo que le debe el país a la Constitución de 1991. Mucho que agradecerle a César Gaviria. Es una Constitución de todos y para todos. Un cuarto de siglo de vigencia lo demuestra.
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* NTC … ENLACES:
¿Por qué sobra la Filosofía?
El rectorado de la Complutense prepara un plan de reorganización de sus centros que supone el cierre de la facultad donde se enseña a Platón, Kant y Nietzsche. Hace falta ofrecer una explicación que no sea solo contable
EL País, ES., 30 JUN 2016
Firman este artículo con Fernando Savater y José Luis Pardo, Manuel CruzJuan Manuel Navarro CordónRamón Rodríguez García y José Luis Villacañas Berlanga, todos filósofos.
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Temas relacionados: NTC ... 1 de junio de 2016
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NTC ... SEGUIMIENTOS a Julio 7, 2016 

Los cuestionamientos de Andrés Oppenheimer * a las ciencias sociales, y el plan de la Universidad Complutense de Madrid de cerrar su Facultad de Filosofía, reabrieron el debate en torno a estas disciplinas.

Semana, Julio 7, 2016
La mayoría de los jóvenes que deciden estudiar carreras de humanidades o artes en Colombia han tenido que enfrentarse alguna vez a frases como: “Se va a morir de hambre”, “¿Por qué no estudia algo que le dé plata?” o “¿Eso para qué sirve?”. Visiones como la del escritor argentino Andrés Oppenheimer * refuerzan ese desafortunado estereotipo. En una reciente entrevista * a El Tiempo dijo que “América Latina necesita menos poetas y más técnicos y científicos”, al referirse a la necesidad de que los países subdesarrollados apuesten por la innovación y la tecnología.
Una postura similar tiene Hakubun Shimomura, ministro de Educación japonés, quien sugirió a las universidades de su país eliminar los programas de humanidades y artes pues, según él, hay que mirar hacia “otras áreas que atiendan mejor las necesidades de la sociedad, como las ciencias aplicadas”.
España tampoco escapa a este debate pues en las últimas semanas se desató una polémica en torno al posible cierre de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Varios intelectuales, entre ellos Fernando Savater *, escribieron una carta a los directivos de la institución para pedirles no cerrar el programa y no medir su productividad en términos cuantitativos pues “la finalidad de la universidad no es la gestión, sino la enseñanza y la investigación. Y en este punto no todo se puede reducir a números”.
A pesar de ese imaginario que considera que esas disciplinas no representan mayor utilidad para la sociedad, varios ejemplos dan cuenta de su importancia a la hora de comprender fenómenos sociales como la violencia, la cultura y el significado de varias de las expresiones artísticas. Los colombianos recuerdan trabajos académicos como La violencia en Colombia (1962) de Germán Guzmán, Eduardo Umaña y Orlando Fals Borda; los estudios antropológicos que descubrieron las pinturas rupestres del Parque Natural Nacional de la Serranía de Chiribiquete; el libro Procesos del arte en Colombia (1810-1930) de Álvaro Medina, o informes como ¡Basta ya! (2013) del Centro de Memoria Histórica, donde participaron profesionales de diferentes áreas de las ciencias sociales. Además, no pocos analistas del tema señalan que los inciertos tiempos que corren, señalados de ser una época de transición en el mundo entero, plantean preguntas que la filosofía y las humanidades están en mejor posición para contestar que la tecnología y los números.
Aunque esta tendencia a restarle importancia a las carreras humanísticas hace parte del afán de los países por ser competitivos en el mercado internacional, ignorar esas disciplinas también implica perder, como dice Antanas Mockus, “la capacidad crítica de los ciudadanos y el riesgo de caer en un analfabetismo cultural”. Mockus admite que la sentencia de Oppenheimer lo “escandaliza porque es una idea que puede acomodarse muy bien en el discurso de nuestro sistema educativo, donde el conocimiento se mide por competencias y no por la capacidad creativa de los estudiantes”.
Por ejemplo, el año pasado hubo un fuerte debate en torno a los resultados de la convocatoria 727 de Colciencias para becar a los estudiantes de algunos doctorados en el país. De los 189 programas que concursaron, tan solo escogieron 40 y ninguno de ellos correspondió al área de ciencias humanas.
Para Nubia Moreno, coordinadora del grupo de investigación Geopaideia (especializado en estudios geográficos y urbanísticos) y profesora de la Universidad Distrital, la ausencia de las humanidades entre los ganadores no tiene que ver con falta de calidad de sus programas y sí con la prioridad que reciben en los últimos años las investigaciones en ciencias aplicadas.
Alejandro Olaya, subdirector de Colciencias, responde a esos cuestionamientos y asegura que “los estudios sociales y artísticos son tan importantes como los estudios de cualquier otra área del conocimiento y la entidad apoya a los 1.820 grupos de investigación en ciencias sociales registrados en el país”.
Pero no solo las instituciones subestiman las humanidades y el arte, pues también la gente ejerce sobre ellas prejuicios culturales. “Lo peor que le pueden decir a un joven bachiller es que estudie ingeniería o administración para tener plata y que después habrá tiempo para dedicarse a lo que le gusta”, dice el antropólogo Fabián Sanabria. Según él, los profesionales en humanidades y arte tienen tanto que aportar a la sociedad como los químicos o los matemáticos, y muestra de ello son los avances en materia de cultura ciudadana, los estudios de paz o el crecimiento en la industria cinematográfica. “No solo de puentes y obras vive el hombre”, concluye.
Y si bien es cierto que en el país faltan ingenieros, como reveló el año anterior la Asociación Colombiana de Facultades de Ingeniería (Acofi), sería falso afirmar que la escasez de profesionales en esa área es culpa del crecimiento en los programas y estudiantes de artes y humanidades (como sugiere la frase de Oppenheimer). Eduardo Behrentz, exdecano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes, dice que llenar ese vacío es un reto de los formadores en ingeniería y no responsabilidad de los humanistas.
Aun así, las carreras en ciencias básicas y aplicadas gradúan al año en Colombia más estudiantes que las humanidades. Según el Observatorio Laboral para la Educación, durante 2013 obtuvieron un título de educación superior 344.475 colombianos, y 242.929 (70 por ciento) correspondió a las ciencias duras y 101.546 (30 por ciento) a las artes y humanidades.
Es evidente que el desarrollo del país dependerá en buena medida de su capacidad de adaptarse a la tecnología, la innovación y el emprendimiento, pero eso no debe implicar necesariamente la muerte de las humanidades y las artes. De hecho, “en ellas hay una alternativa económica interesante. Basta observar lo que sucede con las industrias de la literatura, la sociología y las artes escénicas en Holanda, Estados Unidos o Francia, cuyo capital social y económico está soportado sobre la base de esas áreas del conocimiento”, dice el crítico de arte Álvaro Medina.
Y hay varios ejemplos de cómo conciliar el modelo de desarrollo con las apuestas culturales y la formación en humanidades. José Fernando Isaza, exrector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, sostiene que Alemania ha sabido potenciar los avances tecnológicos sin descuidar el arte y las ciencias sociales: “Su crecimiento no solo resulta del trabajo de los científicos, sino también de la creación de movimientos artísticos y de la teorización en el campo social”.
Hace falta derrumbar ese muro entre las ciencias duras y las humanidades en varios países del mundo y, particularmente, en Colombia. El reto está en lograr construir un país donde sean valorados tanto los profesores de poesía, como los biólogos marinos.
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DEL TERROR A LA ESTUPIDEZ
Por Omar Ortiz Forero
El Tabloide, Tuluá, julio 16, 2016 . http://www.eltabloide.com.co/
A partir de la implementación de los postulados de la “Escuela de Chicago”, responsable en lo financiero de la Economía de Mercado que trajo como consecuencia el desmonte del Estado Benefactor que trataba de limar las desigualdades y la exclusión propia del sistema capitalista por una intervención estatal que subsidiara derechos fundamentales de la población, como la salud, la educación y el uso  de los servicios públicos comunes a todos como la energía y el agua. Y en lo político, la llegada al poder de una derecha remozada desde los centros de Investigación y Desarrollo Social internacionales como el BID y el Fondo Monetario Internacional, convertidos además en guardianes del nuevo orden económico a nivel mundial, la llamada “Civilización Occidental” se vio inmersa en una serie de conflictos armados que impusieron feroces dictaduras, como la chilena, la argentina, la uruguaya, la brasileña, o que desataron genocidios atroces en el centro de Europa, recordemos el Conflicto de los Balcanes que borró del mapa a la población musulmana que hacía parte de la antigua Yugoeslavia, y que terminó por propiciar el nacimiento de lo que hoy conocemos como el Califato Islámico.
Toda esta sistemática barbarie ha sido acompañada por el debilitamiento paulatino de las actividades que desde el surgimiento de la polis griega, distinguía la capacidad del hombre para enfrentar desde la imaginación y la razón los retos de la naturaleza, me refiero a la capacidad de pensamiento. Es desde ese ataque, cada vez menos soterrado, que los agitadores de lo “nuevo”, impulsan la eliminación del humanismo de toda actividad humana. Saben, de vieja data, de la fragilidad del ser humano en cuanto a su memoria, a su flaqueza y vulnerabilidad ante la pérdida de su tradición histórica, ante el despojo de su cultura. En épocas pasadas, y no tan lejanas, este desarraigo del hombre de toda actividad de reflexión o de creación, y en consecuencia de la eliminación de las artes, la filosofía y en especial de la poesía como sistemas de saber, se establecía por medio del terror y la persecución y posterior eliminación sistemática de todos aquellos que fueran sospechosos de infringir las normas implementadas sobre el particular por el Estado.
Hoy, desde los centros de poder internacional se avanza en la supresión de la imaginación y la individualidad de pensamiento, sin que las victimas de tamaño crimen se enteren de tal horror, y lo aclamen como un gran logro de la tecnología y en general del espíritu científico. Estamos prontos al advenimiento de la estupidez como la indolora e incolora forma de redimir todos nuestros males.  
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Siete breves lecciones de física



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--- HUMANIDADES y CIENCIA. DEBATE. Aportes y continuación. "Lo único que he hecho ha sido escribir una historia de amor, la de mi pasión por la física" --  “Estudié cinco años de griego y ocho de latín, historia, filosofía, historia del arte... La cultura clásica es utilisíma para un científico. La ciencia no es únicamente técnica, es una manera de entender el mundo, y en ese sentido, cuanto más amplios sean nuestros instrumentos culturales, mejor lo entenderemos.”  “La teoría de la relatividad general de Einstein es una joya y puede generar una experiencia estética similar a obras de arte como La Odisea de Homero o El Rey Lear de Shakespeare”, Carlo Rovelli. --El libro  Siete breves lecciones de física”, del físico teórico y exquisito divulgador de la ciencia 
italiano Carlo Rovelli, llegó a Colombia.  En el libro el autor expone en menos de cien páginas algunos de los descubrimientos de su campo, siempre pendiente de resaltar su dimensión poética  y  la belleza de todo cuanto existe

Información y detalles sobre el debate y el libro, en:  

Siete breves lecciones de física

«Este libro breve muestra que la ciencia, con la curiosidad que implica, su compromiso absoluto con lo que nos rodea, su predisposición a deshacerse de puntos de vista preestablecidos, también es un tipo de poesía» (Neville Hawcock, Financial Times).



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DE LA COLECCIÓN ARGUMENTOS, DE ANAGRAMA
La belleza de la física
En ‘Siete breves lecciones de física’, el italiano Carlo Rovelli expone en menos de cien páginas algunos de los descubrimientos de su campo, siempre pendiente de resaltar su dimensión poética.
Junio 9, 2016
POR CHRISTOPHER TIBBLE

DIÁLOGOS. 
CARLO ROVELLI, EL CIENTIFICO QUE BUSCA SABER QUE PASO ANTES DEL BIG BANG
“La ciencia es una manera de entender el mundo que está constantemente en cambio”.
ENTREVISTA

Es italiano, físico y un exquisito divulgador de la ciencia. Aunque sus objetos de estudio –la Teoría de la Gravedad Cuántica de Bucles, por ejemplo– luzcan incomprensibles para el gran público, él se las ingenia para volverlas llanas y entendibles. En los 70 formó parte de los movimientos estudiantiles y las radios libres. Aquí, un repaso de aquellas experiencias, su visión de la ciencia y la búsqueda de desafiar el statu quo.
  
Página 12, 11 de abril de 2016

ENTREVISTA, EL MUNDO ES. 


"Lo único que he hecho ha sido escribir una historia de amor, la de mi pasión por la física" --  “Estudié cinco años de griego y ocho de latín, historia, filosofía, historia del arte... La cultura clásica es utilisíma para un científico. La ciencia no es únicamente técnica, es una manera de entender el mundo, y en ese sentido, cuanto más amplios sean nuestros instrumentos culturales, mejor lo entenderemos.”

Carlo Rovelli. --- El libro  Siete breves lecciones de física”, del físico teórico, italiano Carlo Rovelli, llegó a Colombia.



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jueves, 23 de junio de 2016

ELEMENTO SUBVERSIVO. Por HUGO CARMONA GONZÁLEZ. Cali, 22 de Junio 2016

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ELEMENTO SUBVERSIVO
Por HUGO CARMONA GONZÁLEZ

 NTC ... agradece el aporte del autor y la autorización para publicarlo

Si se le pregunta desprevenidamente a cualquier persona cuál de los inventos del hombre le parece más revolucionario o subversivo, entre los siguientes: la escritura, la imprenta, la rueda o el telescopio, con seguridad que los votos favorecerían, a no dudarlo, a la rueda, a la escritura, a la imprenta y que en último lugar quedaría el telescopio. Sin embargo, si hacemos un análisis de estos inventos, y sin negar la importancia que en un momento dado tuvieron para la humanidad, se observa que el telescopio es, de lejos, el más revolucionario y subversivo.

Con el telescopio, comenzó el hombre a despojarse del título de rey de la creación, que había adquirido de la síntesis aristotélica cristiana, que creó el sistema finalista medieval en el cual el mundo y todo lo que contenía, había sido hecho para el  servicio del hombre, y que éste había sido creado para el servicio de Dios. Al descubrir en la Vía Láctea  y fuera de ella infinidad de estrellas que no son perceptibles a simple vista.  ¿Para que pondría Dios cosas invisibles en el cielo?

Lo cierto es que en los 15 años que siguieron a la invención del telescopio, aprendimos más sobre el universo que en toda la historia humana hasta entonces.

Según el físico teórico Michiu Kaku, la ciencia con todo su poder ha dado origen a dos filosofías acerca de la mente y el universo. El principio Copernicano y el principio Antrópico. El principio Copernicano, nació con la invención del telescopio hace más de cuatrocientos años, y nos dice que la humanidad no ocupa una posición privilegiada. Según  el relato bíblico, desde que Adán y Eva fueron expulsados del paraíso por morder la manzana del conocimiento, (parece que a Jehová le interesaba la ignorancia del hombre), han seguido una serie de humillantes degradaciones. Primero, el telescopio de Galileo demostró que la tierra no era el centro del universo, sino que lo era el sol. Esta imagen fue superada cuando quedó claro que el sistema solar no era más que una manchita en la vía Láctea. Después en la década del veinte, Edwin Hubble * descubrió que existe una multitud de galaxias, y ahora con el telescopio homónimo **,  se habla de cien mil millones de galaxias. Así que el principio Copernicano nos dice que no somos más que insignificantes partículas cósmicas que flotan sin rumbo entre las estrellas. Y esta conclusión comenzó con el telescopio.
Cali, 22 de Junio 2016

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https://es.wikipedia.org/wiki/Edwin_Hubble
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