miércoles, 8 de agosto de 2012

De indios y soldados. Por Germán Patiño. EL PAÍS, Cali, Julio 23, 2012.

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* Se actualiza periódicamente. Julio 23,  2012

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De indios y soldados

Al Margen

Germán Patiño
German Patiño
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La vinculación entre los intelectuales de izquierda y el movimiento indígena del Cauca es antigua. Se remonta a los años 1930, cuando el Partido Comunista utilizó los nombres de Quintin Lame y Gonzalo Sánchez para propósitos políticos.

Luego, en 1971, cuando se fundó el Consejo Regional Indígena del Cauca, éste nació influenciado por las ideas de asesores políticos radicales, de inclinaciones extremistas –en aquel entonces, no sé ahora- que, como muchos de los ‘solidarios’ del movimiento indígena eran intelectuales marxistoides, ajenos a las comunidades nativas y que pretendían poner a los pueblos indígenas al servicio de una ‘revolución social’ comandada por el proletariado de las ciudades.

De allí que el Cric, desde su nacimiento, cometiera un grave error: consintió la presencia de las Farc en las montañas caucanas, en el corazón mismo de su territorio. Así, el Sexto Frente de esa guerrilla ha hecho a su antojo desde la parte alta de Florida y Pradera hasta Inzá -donde se produjo la primera acción armada de las Farc- desde hace más de 40 años, sin que hubiese ninguna reacción del Cric por la ocupación de su territorio. Las Farc llevaron la guerra hasta el centro de los territorios indígenas, contando con la complacencia de las autoridades indígenas y los solidarios que las acompañaban.

La demanda, justa por lo demás, para que los actores armados abandonen el territorio indígena y libren su guerra sin afectar a las comunidades, es reciente, y obedece al hecho de que, ¡al fin!, el Estado se decidió a llevar las tropas hasta las madrigueras de la guerrilla fariana. Lo que ha traído no pocos problemas, pues la mayoría de los generales sufren la misma miopía nacional con respecto a las comunidades indígenas: creen que son un rezago del pasado, que debe desaparecer. Por eso mismo desprecian al indio y no respetan sus derechos ni sus aspiraciones.

Aunque algo parece estar cambiando. Como muchos colombianos me impactó el coraje contenido del sargento García al ser desalojado por la indiada del Cerro Berlín. Su nobleza honra a las Fuerzas Militares. Pero también el valor de la indiada, sacando a hombres fuertemente armados de las trincheras, sin que hubiera un solo herido, o lesionado que lamentar. Y también se han enfrentado a la guerrilla de las Farc, como en el caso del municipio de Jambaló. 300 de sus miembros rescataron a siete funcionarios de esa municipalidad que habían sido secuestrados por integrantes de las Farc. [] Asimismo evitaron que las Farc asesinaran a 18 policías del cuartel del municipio de Toribío. [] Rescataron de las Farc en el municipio de Caldono al misionero suizo Florián Arnold. [] Cuando las Farc secuestraron al alcalde del municipio de Toribío, Arquímedes Vitonás, 400 guardias indígenas entraron a la selva del departamento del Caquetá y lograron que la Farc lo liberaran.

Por eso mismo el Cric debe sacar primero a las Farc de su territorio, corrigiendo un viejo error, pues con ello la presencia permanente de los militares se hará innecesaria.

Para que no vuelva a suceder lo de Caldono, que contrasta con la hombría del sargento García, donde un grupo de cobardes asesinó a un comunero indígena que se dirigía solo a su casa. O lo que muestra este video que asombró al mundo: un miembro de la Fuerza Pública disparando contra la marcha indígena en el 2008:

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"... A nivel subjetivo, el arte (en su sentido más amplio), es lugar de resistencia del espíritu, instrumento catártico, camino de sublimación, posibilidad de distanciamiento y sanación. A nivel social y político, el arte entraña resistencia, por su poder de preservar la memoria, de resignificar la tradición, de subvertir el orden, de incomodar el establecimiento, de hurgar en lo callado, y de poner en evidencia cualquier tipo de tiranía.

... Es tarea del intelectual develar esos discursos, esas manipulaciones, entre las que se cuenta la más agresiva de todas, la del imperio desvergonzado del mercantilismo, que intenta reducir la cultura a mero producto del mercado. Pero también señalar otros peligros, menos evidentes, que también amenazan la independencia de la creación artística, y la desvían de su verdadera razón de ser en tiempos de penuria: interrogarnos, una y otra vez, sobre lo que significa ser humanos."

Por Piedad Bonnett. Fragmento de su intervención durante el Diálogo con William Ospina, el 12 de Julio, 2012, en la Universidad de Antioquia (Medellín)* 
 
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NTC ... NOTA (Agosto 7, 2012):  Los textos completos de las intervenciones de Piedad Bonnet y de William Ospina los publicamos en  http://ntc-narrativa.blogspot.com/2012_08_06_archive.html . Y allí enlace al audio de todo el evento incluyendo preguntas y diálogo con los asistentes. Todo tomado por NTC ... del periódico ALMAMATER de la UdeA. 
 
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Grafiti
20 de Julio:

No se quiebran floreros. Se quiebran indígenas.

Juan Manuel Roca
Julio 20, 2012
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MENSAJES y COMENTARIOS 

De: Juan Manuel Jaramillo
Fecha: 23 de julio de 2012 16:20
Asunto: comentarios
Para: NTC ... ntcboletin@gmail.com  

Estimados  NTC … :

Cordial saludo. A propósito de la columna Germán Patiño “De Indios y soldados”  que Uds. reproducen en NTC …   y del fragmento  que a continuación transcriben de la intervención que hizo Piedad Bonnett el pasado  12 de julio en la U. de A. con ocasión de un diálogo con William Ospina, me permito hacerles  unos comentarios preliminares  que son los que me suscita una lectura rápida del texto de GP y de los fragmentos de PB.

- I -
            Debo destacar la importancia del artículo de GP pues apela a la historia para recordarnos hechos del pasado que la mayoría de los colombianos desconocemos o que, sólo algunos recordamos vagamente, como fue la vinculación de los intelectuales de izquierda al movimiento indígena del Cauca en los años 1930, es decir, la bicoca de hace 80 años largos,  y en  la fundación del CRIC al comenzar la década de los años 1970, como una forma política de lucha del movimiento indígena caucano orientada a la recuperación de tierras, la ampliación de los resguardos, el fortalecimiento de los Cabildos Indígenas como forma gobierno autónoma, la defensa de su historia y de su cultura, el fortalecimiento de sus empresas económicas y el cuidado de los recursos naturales y ambientales de los territorios indígenas, tal como constaba en su plan de lucha.
Para GP el error más grave del CRIC fue  consentir la presencia de las FARC (6º. Frente) en el territorio indígena que hizo que dicha organización guerrillera llevara “la guerra  hasta el centro del los territorios indígenas, contando con la complacencia de las autoridades indígenas y los solidarios [léase “intelectuales marxistoides”) que las acompañaban”.  Aunque reconoce que algo de esto ha cambiado, como o sucedió recientemente en Jambaló, Cauca,  donde 300 indígenas rescataron a 7 funcionarios de esta localidad y evitaran el asesinato de 18 policías en Toribio, queda la sensación de que GP —seguramente sin proponérselo— le está haciendo juego a todos aquellos que desde la más extrema derecha —disfrazada de centro derecha— y a los poderosos  medios de información (radiales, escritos y televisivos) que ejercen un control omnímodo sobre la información y la desfiguran, siguen justificando la resistencia indígena contra  la presencia de militares y policías en las zonas  del Cauca, como una estrategia para que las FARC continúen su accionar y los militares y policías no puedan llegar hasta sus madrigueras.   Invoca un recuerdo efectista, manipulado por los medios y por el propio Gobierno Nacional en su discurso del pasado 20 de Julio del “coraje contenido —como lo califica GP— del sargento García al ser despojado por la indiada del Cerro Berlín”, como si los muertos que los indígenas, —no de la “indiada” que aunque es una expresión castiza, tiene un fuerte sesgo racista y despectivo—  significaran menos que las lágrimas del militar. Si bien hace un contraste entre la “hombría del sargento” y el asesinato del comunero indígena, no se atreve a denunciar a la fuerza pública de la autoría de este asesinato, limitándose a hablar de “cobardes”, si especificar quienes son.
La invitación que hace GP de que el CRIC saque primero a las FARC porque, de ser así, la presencia de la fuerza pública sería innecesaria, no sólo reafirma su creencia de que el CRIC es una suerte de extensión civil de  las FARC, como si los hechos recientes no hubieran demostrado con creces  lo contrario.  O si no cómo se explica el rechazo de las comunidades indígenas del Cauca de la presencia de todos los actores armados, que no sólo incluye a las fuerzas del Estado, sino también a las mismas FARC o el reciente juicio a cuatro guerrilleros y su condena a azotes, de conformidad con la legislación indígena, que los ha convertido en objetivos militares de las FARC.
 Adicionalmente, llama la atención el silencio de GP sobre el tema del narcotráfico en el Cauca que es el que alimenta económicamente el accionar de las FARC, pues en el evento de que se sacaran las FARC del territorio caucano, junto con sus laboratorios, seguramente el lucrativo negocio del narcotráfico se trasladaría a otro sitio de la extensa geografía del país o entrarían nuevos actores a asumirlo.
En suma, creo que el artículo de GP apunta a un problema real, pero me parece que la propuesta conclusiva es un tanto ingenua, pues deja en un CRIC, purificado de citadinos  “izquierdosos marxistoides” , la responsabilidad de sacar a las FARC del territorio, pues de ese modo “la presencia permanente de los militares se haría innecesaria” y, por fin, el Cauca se convertiría en una verdadera arcadia, un país de cucaña en el que todos vivirían en paz y donde manarían ríos de leche y miel, como el bello cuadro del pintor Pieter Brueghel, donde en medio de la abundancia gastronómica, un  soldado abandonado sus armas, el campesino su instrumento de labranza y un cura  se ha desabrochado el hábito y coloca un libro, presumiblemente la Biblia, a un lado, para juntos dedicarse a dormir y descansar.

- II -

Respecto del  fragmento de la escritora PB es preciso diferenciar dos cosas: a)  la que compete al arte  arte y a la responsabilidad del artista, y b) la que se refiere al intelectual y su tarea. Aunque en los fragmentos publicados por NTC …  se avizora una distinción entre el artista y el intelectual, no se excluiría que un artista sea un intelectual o que un intelectual utilice formas expresivas artísticas para mostrar lo que piensa. Pero, por ahora, artista e intelectual habitan universos distintos y tienen responsabilidades también diferentes.
En el primer caso, la reflexión de PB se desarrolla en dos planos: el subjetivo y objetivo o social-político. En  el plano subjetivo del arte es, para PB, una forma de sublimación y una “catarsis”, permitiendo que hechos o situaciones traumáticas que han sido reprimidas afloren a la conciencia, produciendo un alivio, una sanación, una cura, meta ésta que para Freud, por ser interminable, resulta inalcanzable,  lo que hace  siempre honorarios del analista, que no suelen ser bajos, estén garantizados, pero, claro, esto es otro asunto.
 En un segundo caso, que es el del nivel social o político, el arte entraña el poder de “resignificar la tradición,  de subvertir el orden, de incomodar el establecimiento, de hurgar en lo callado, y de poner en evidencia cualquier tipo de tiranía”, como lo expresa PB, esto es, el arte como un arma social y política de develamiento y de denuncia de todos esos hechos o circunstancias que signifiquen el ejercicio despótico del poder —como en el caso de la tiranía—  y, por tanto,  sean un obstáculo para el ejercicio de la libertad.
En el primer caso, tenemos, de la mano de Freud, el arte como una  forma terapéutica; en el segundo, el arte como una forma de compromiso que implica en el artista una toma de posición. La primera forma podría  constituir una explicación, pero tendría las limitantes propias de la teoría psicoanalítica y de la llamada “metapsicología”; la segunda forma, recuerda aquel  escrito del poeta Stéphane Mallarmé titulado “”L´Action restreinte” (“La acción restringida”) de 1897 en el que establece el carácter limitado del arte poético y su capacidad para escenificar las tensiones que agobian a la sociedad, mostrando que la acción del dicho arte es restringida, pues el arte es como diría Nietzsche a propósito del lenguaje, una “cantera infinita”. 
Lo preocupante es que, tras la tendencia del “arte comprometido” que asigna al arte una finalidad limitada, se esconden formas de expresión mediocres, poco o nada elaboradas, que en la búsqueda exclusiva de eficacia política, se quedan sólo en la denuncia chata y no expresan nada más.
El compromiso del artista es, ante todo, el de  producir buen arte. En el caso del escritor, escribir bien, en el del pintor, igual y así con todas las demás formas expresivas artísticas. Que ese buen arte “entrañe” denuncia, subversión, rechazo de las formas de opresión política, es otra cosa, pero esto último no podría ser un fin en sí mismo.
En el caso del intelectual, me parece que su tarea debe ser coherente con sus convicciones y leal con sus principios, comprometido con la trasformación del presente; algo así como la conciencia pensante de la sociedad. Claro está que en ocasiones esta misión se confunde con la del artista y, en este caso, tendremos pensadores-poetas o poetas-pensadores, pero insisto, en el caso del arte el  principal compromiso es por el  buen arte.
Asumir un compromiso partidista en el arte —algo podría resultar muy loable—  tiene el riesgo de sacrificar la independencia y, mutatis mutandi, esto mismo se podría extender al oficio del intelectual, muchos de los cuales caen en la seducción que ofrece el establecimiento, para convertirse en poetas de la corte o en escritores vendidos al mejor postor.  Así que en el caso del intelectual, una de sus tareas está como dice PB en  denunciar el carácter mercantilista de la cultura que la reduce “a mero producto del mercado”, como ha sucedido con la educación, la salud, etc.  en estos “tiempos de penuria” a los que se refería el poeta Hördelrlin.
Por fortuna en nuestro medio todavía existen intelectuales que no se han entregado a los halagos del poder de turno y que entienden que la cultura no es un mero producto del mercantil, sujeto a las leyes del mercado, sino algo que, como su etimología lo muestra, tiene que ver con el “cultivo del espíritu”,   único que nos permite ser “humanos verdaderamente humanos”, como diría Nietzsche, en medio de la barbarie y depredación que nos ha tocado vivir.

Un abrazo y deseándoles mucha suerte,

Juan Manuel